viernes, 31 de julio de 2009

Atropa belladonna: Acto I







[Me apresuré a terminar mi trabajo. Con muchos esfuerzos coloqué en su sitio la última piedra y la cubrí con argamasa. Volví a levantar la antigua muralla de huesos contra la nueva pared. Durante medio siglo, nadie los ha tocado.

In pace requiescat!]
E.A.Poe - El barril de amontillado





El sonido de la sangre congelándose en las venas siempre le había recordado a su más tierna infancia...


Chac!


...


¡Oh,Dios!, el dulce sonido de la sangre derramándose entre sus dedos, y el olor del veneno, el sabor de aquel licor maldito que tanto embriaga a las almas perdidas....

Otra cuchillada, y habría terminado con la faena. Ya iban 13. 13 putas almas en pena a las que les había regalado el pase a la Eternidad. Y quién sabe si hasta a un mundo mejor.

¡Qué cojones!
No había un mundo mejor que aquel que se hallaba bajo sus pies.


Inhaló la última calada del cigarro, recogió todo el arsenal de trabajo y colgó la nota en la puerta del frigorífico, justo al lado del cadáver.

Antes de salir del apartamento del doctor Grauss giró la cabeza para contemplar la escena.
¡Joder! Ni el hijo puta de Poe habría imaginado una escena tan bella y horrenda como aquella. Ni una forma tan preciosa de morir.





Finalmente cerró con un portazo seco, dejando claro que aquello solo era un breve entreacto hasta su
próxima aparición en escena.

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