domingo, 11 de abril de 2010

Reflexiones en la Ciudad de Mármol. (Part I)

"Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales."
M. Delibes


He aprendido a mirar con otros ojos la realidad que me rodea.
Lo prometo.
He jurado que intentaré no tomarme las cosas tal y como me vengan, de manera dramática, apoteósica o apocalípticamente.
Los pasos que conducen mi camino hacia el futuro incierto de la banalidad mortal
me han recordado que no soy más que tierra, aire, fuego y agua unidos. Los cuatro elementos que han de darme vida y muerte.


Whitehead me ha absorbido hasta sus más ínfimos rincones. Paseo por la playa o por cualquiera de sus jardines, y me parece estar viviendo en el más hermoso de los Parnasos.
Creo que jamás pensé en el Purgatorio como una especie de Edén siniestro. Y eso es Whitehead. El Purgatorio más siniestro y atractivo que os podáis imaginar.

Sé que no soy la persona (¿o ente?) más apropiada para contar la historia de cómo se llega al límite de la muerte sin traspasar del todo el umbral. No soy un fantasma, ni un ánima que vaga en el olvido...soy YO y mis circunstancias. Y estoy, desde hace unos días, viviendo un sueño más o menos onírico en una ciudad de mármol.

...supongo que aquel intento de asesinato no acabó del todo con mi vida, por eso no vago entre los nueve círculos infernales, ni tan siquiera he subido al cielo de los cristianos...¿por qué habría de hacerlo si soy un mero ateo marxista? Sin embargo, sigo creyendo en la bipolaridad cielo-infierno.
Aunque, creedme, el Infierno está en la propia Tierra, lo he vivido de primera mano.


La Tierra...tanto humo condensado, tanta maquinaria inútil, tanta carne humana sin usar, tantos pensamientos olvidados, maltrechos y malparados....¡cuánto cerebro previlegiado sin depurar!

La Tierra es la que me ha conducido a este estado de sopor y alegría... inaudita mezcla pero excitante a la vez. Soy un mar de contradicciones en Whitehead. Es como si el mármol reluciente de esta ciudad reflejara tu alma y tus sentimientos, como si te despojara de lo terrenal, de aquello que te ata a lo humano, y comenzara a sacar de ti lo espiritual, la filosofía, los pensamientos más profundos y los sentimientos a flor de piel.

Pero...realmente...¿cómo he llegado hasta aquí? ¿Por qué?


Sólo tengo tenues recuerdos de estar sobre un suelo de baldosas de ajedrez, entre cuatro paredes....quizás, en la cocina de mi propia casa o en el sótano...no lo sé bien.
Creo recordar que un escalofrío recorrió toda mi espalda y me hizo estremecer...y después, algo frío que rozó mi piel, y mi cuerpo cayendo sobre el suelo, golpeándome con él la cabeza.

Tras esto, sólo recuerdo el frío del agua helada bajo la barca que me acercaba a Whitehead.

Y después, este paisaje de mármol me cegó los ojos, y aquí me hallo, sin saber bien cuál será mi destino... a pesar de que una luz me quema las retinas de manera intermitente, cuando intento observar qué se esconde sobre mi cabeza.

...