"Le tombeau, confident de mon rêve infini
(Car le tombeau toujours comprendra le poète),
Durant ces grandes nuits d'où le somme est banni,
Te dira: "Que vous sert, courtisane imparfaite,
De n'avoir pas connu ce que pleurent les morts?"
(Charles Baudelaire - Remords Phostume)
Un suspiro se escapa de sus labios carmines.
La noche y la lluvia han borrado la pintura de la cara de la asesina y, quitándole la máscara que la sume en la anonima, desentierra los más profundos deseos carnales que se esconden en el cuerpo de una mujer. Una mujer sedienta de sangre y sexo.
Al girar la esquina reconoció a su presa. Pelo rubio, por la cintura, y la destilación de un perfume mezcla de azahar, vainilla y sensualidad. Una bonita y casi perfecta obra de arte humana. Se trataba de una actriz porno con un buen par de tetas y un cuerpazo de infarto.
Es lo que conlleva navegar por internet y establecer relaciones cibernéticas.
Belladona, ese era su alias. Y por eso la eligió, porque estaba hecha para ella...
Nacida para una dulce muerte.
La perfección nos espera en una lenta pero dulce agonía, tras una última y desesperada bocanada de aire
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